Gracias a la lana, en el siglo XVII, alcanza su mayor número de habitantes, ya que era ésta la base de la economía nacional, al igual que la mina de lignito allí explotada.
En el s. XVII, Arcos alcanzó su máxima importancia histórica lo que hizo posible que aumentase su población en gran manera y mejorase su estructura urbana, compuesta por cincuenta casas de buena calidad, casa Ayuntamiento, cárcel, iglesia parroquial, dos ermitas, la de San Bartolomé y la de San Sebastián, buen abastecimiento de aguas y una escuela.
A lo largo del s. XIX, Arcos sufre un gran descenso de su población, como consecuencia de la posguerra y más tarde la emigración de los años 70.
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