El recorrido por Cañete, importante plaza militar, fronteriza con los reinos de Aragón y Valencia, va unido a su impresionante castillo roquero perfectamente adaptado a la roca.
De esta forma, este castillo de excepcional categoría que desafía las alturas con su forma alargada (o de buque), se presenta ante el visitante con una estructura que se ha conservado muy bien, viéndose los muros originales, no excesivamente fuertes, sin almenas ni matacanes, realizados en piedra con argamasa, de unos dos metros de espesor. Los largos muros occidental y oriental no son rectilíneos sino con inflexiones y escalonamientos que coinciden con los muros de división interna de los recintos.
La construcción aprovecha la cima del largo cerro que domina la población y termina en achatado torreón rectangular. Longitudinalmente se compone de tres recintos separados por muros. La parte central es la más antigua, con los restos de la torre del homenaje; en la parte sur, encontramos el Patio de Armas, y la tercera parte es un triángulo muy estrecho y largo hasta alcanzar la torre de la proa del castillo.
Las torres del castillo adoptan diferentes formas y son también de diferentes épocas, desde la islámica hasta la del siglo XVI.
El recinto defensivo cuenta con una serie de puertas entre las que destacan: La Puerta de las Eras, de los siglos IX y X, y la Puerta del Portillo, o de San Bartolomé, del siglo X, que da acceso a la villa, en forma de puerta acodada, de tipo bizantino-musulmán, cuya bóveda y arcos están muy destruidos.