Principales atractivos
Aunque las ruinas son escasas, merece la pena contemplar la hermosura del valle del Río Dulce a nuestros pies, y entender el nombre del pueblo, del latínpellus grinae, bella vista.
Historia y descripción
Su posición domina no sólo el valle de Pelegrina, sino toda la meseta que se extiende más allá, donde en la Edad Media estaba la importante vía romana de Emérita Augusta –hoy A2-, que aún era un camino principal. Desde su altura podría divisarse, o comunicarse, con la cercana fortaleza de La Torresaviñán.
Las torres de las esquinas de la muralla son macizas, por lo que no tienen saeteras, y su única función fue reforzar los muros. La defensa, por tanto, hubo de llevarse a cabo desde lo alto de las murallas. Sus características permiten datar la fortaleza en el s. XII.
El castillo fue propiedad de los obispos de Sigüenza, a los que arrebató sin lucha el rey Pedro I para sostener su guerra con Aragón, y más tarde fue saqueado por los navarros en el s. XV, y retomado a su vez por las milicias del obispado. Sirvió, sobre todo, como residencia y coto de caza para los arzobispos segontinos.
Durante la Guerra de Sucesión, en el s. XVIII, los austriacos lo incendiarion. En la Guerra de la Independencia fue desmantelado por las tropas napoleónicas para que no sirviera de refugio a los guerrilleros de Juan Martín el Empecinado.
Acceso al castillo
Acceso libre.
Curiosidades
Pelegrina es uno de los accesos al Barranco del Río Dulce, reserva natural llena de hermosísimos rincones, sendas para pasear, y sobre todo para divisar al buitre leonado que habita sus roquedos.