Situada junto a una de las puertas del recinto amurallado y conservado íntegramente, es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura hispano-musulmana y mudéjar en España y la más importante muestra de arte islámico de Toledo. Pequeño como las joyas, este valioso edificio milenario supone un ejemplo único de la pervivencia del arte de al-Ándalus: una mezquita o pequeño oratorio de época califal a la que dos siglos después, al ser transformada en iglesia se va a añadir un ábside siguiendo el estilo del edificio primitivo dando lugar al arte mudéjar, en perfecta combinación y simbiosis.
Los nueve espacios en que se divide su interior, cubiertos de bóvedas nervadas, reflejan el momento de esplendor califal en que se construyó: el año 999. Sus capiteles visigóticos sustentando arcos de herradura y la cabecera románico-mudéjar del siglo XII son un perfecto ejemplo de cómo las diferentes culturas se han influenciado mutuamente en la ciudad.
La historia de la restauración del edificio, llena de dificultades y abandonos, es ardua y se dilata en el tiempo hasta bien entrado el siglo XX. El descubrimiento de las pinturas murales en 1871 y de la inscripción fundacional en ladrillo en 1899, impulsa la euforia crítica y las visitas de sabios y curiosos. Desde entonces, la belleza de sus formas, el refinamiento exquisito de su traza en arquerías y bóvedas y el descubrimiento en sus sencillísimas formas de una complicada y múltiple combinación de líneas ha fascinado a cuantos han querido acercarse a este rincón arcano del patrimonio artístico de Toledo.
Es en enero de 2006 cuando el Consorcio de Toledo aborda la rehabilitación del monumento. En la búsqueda de la cloaca romana que se apreciaba extramuros, debajo de la puerta de Bib al-Mardum, hacia la que se pretendía desviar y canalizar los problemas de humedades de aguas que afectaba a las fundaciones de la mezquita, se descubre un impresionante pavimento romano de la calle que pasaba justo por debajo de la mezquita. Gracias a ello se pueden contemplar en la actualidad casi 50 metros de restos romanos de la etapa alto-imperial (s. I d.C.).
En el propio edificio de la mezquita, por el exterior, se han restaurado sus fachadas así como la inscripción fundacional, y, en su interior, se ha conseguido una mejor visiualización de los revestimientos de yeso (los originales del s. X), en la zona islámica de la mezquita.
En cuanto al subsuelo de la mezquita, se ha llegado hasta el terreno natural recuperándose los niveles originales más bajos del pavimento y se ha dejado bóvedas ventiladas que preservarán al edificio de las peligrosas humedades.
Bajo el ábside cristiano (s. XII) se han dejado a la vista unas estructuras excavadas en la roca, presumiblemente de la etapa romana paleocristiana (s. III d.C).
Finalmente la construcción de una pequeña edificación de cristal ha resuelto el encaje de todos los restos y estructuras que se dejan a la vista y la contención de tierras del jardin; además funciona como un pequeño centro de interpretación de todo el conjunto.
PULSERA TURÍSTICA
Este monumento está dentro de la oferta “Pulsera turística”, con la que puedes visitar 7 monumentos: Sinagoga Santa María la Blanca, Mezquita Cristo de la Luz, Entierro del Señor de Orgaz, Iglesia del Salvador, Iglesia de los Jesuitas, Monasterio de San Juan de los Reyes y el Colegio de Doncellas Nobles.
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