Huete fue, y es, uno de los pueblos más monumentales de Cuenca, y la importancia de la vida religiosa en otros siglos tuvo en Huete una presencia más que destacada. 8 monasterios, 10 parroquias y otras cuantas ermitas avalan esta idea, y la riqueza que albergaron sus muros serían, simplemente, incontable. El Museo de Arte Sacro de Huete intenta recordar la riqueza religiosa que un día tuvo esta ciudad, una muestra del patrimonio eclesiástico que resistió a las desamortizaciones, los asaltos y las guerras.
La escasez de objetos conservados contrasta con la belleza e importancia de las piezas, muchas de ellas auténticas obras de arte, como la cruz parroquial de la parroquia de San Nicolás de Almazán, obra de Becerril, que acompaña a otras como las de Atienza o San Nicolás de Medina. Las herramientas de oficios están acompañadas por trajes y mantos, elegantes muestrarios de los tejidos de otras épocas y gentes, y de una curiosa cruz de marfil, fabricada en Filipinas y que muestra a un crucificado de aspecto oriental. También se conserva lo poco que quedó de la imaginaría y la pintura optense, con un bonito ejemplo de en un Bautismo.
El arte sacro es el reflejo de la riqueza de unos pocos en otros tiempos, pero hoy en día todos podemos enriquecernos visitando sus vitrinas.
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