La llamada Casa Vieja, con capacidad para ocho personas, está llena de encanto. Los antiguos palomares han sido habilitados como acogedoras habitaciones: El palomar verde, alegre y luminoso con abuhardillados techos de madera. El pequeño palomar amarillo, con su pequeña buhardilla con camas de forja. Y el palomar azul, una estancia cálida y acogedora. Especial interés tienen el baño del notario, que destaca por su original lavabo construido sobre una mesa de despacho de madera maciza o la bodega subterránea con una interesante escalera de caracol.
La Casa Nueva, con cinco habitaciones, ha conseguido, a pesar de su reciente construcción, atesorar cierto carácter decimonónico sin perder el estilo rústico del cortijo. Aperos agrícolas colgados de las paredes, originales mesitas de noche, lavabos del siglo pasado y vigas de madera en los altos techos. Y como colofón, una gran piscina en la terraza de la parte trasera, donde disfrutar de las espectaculares vistas a la Sierra del Segura.