Dispone de una cúpula revestida de azulejos, e interesantes pinturas murales que hablan de la Misa de San Gregorio. Según la tradición, a San Gregorio -futuro papa- se le apareció Cristo mientras celebraba misa, para explicarle que si las misas por el monje muerto de su congregación se hubieran celebrado en los treinta días posteriores a su muerte, su alma ya habría salido del purgatorio.
Justifica por tanto, esa costumbre, instituida por el papa San Gregorio Magno, que organizó la liturgia cristiana en el s. VI. A los lados puede apreciarse la anunciación de la Virgen. El estado de las pinturas es de avanzado deterioro debido a la técnica empleada, de seco sobre el yeso.