Enguídanos, en el Valle del Cabriel, no acierta a elegir entre las muescas de su pasado que invaden el municipio y los alrededores tejiéndola en sus tiempos. Desde los remotos que marca en el Cerro de Cabeza Moya sus ancestros íberos, pasando por la necrópolis de el Pozuelo, la vía romana o las pilastras del puente sobre el río, con el sello del Imperio. Sin embargo, la postal de su imagen la marca un tiempo sobresaliente que escarpa la roca en los muros de su castillo del siglo XI, la Edad Media se impone sobre el cerro y vuelve a repetirse en la villa en monumentos que entrelazan estilos, como Nuestra Señora de la Asunción, que ilustra el gótico sin descuidar el mudéjar de su artesonado.
La arquitectura popular se abre camino en sus calles, que parten de seis radiales desde la Plaza Mayor y se van reduciendo en ramificaciones que suben cuestas con barandales, calles escalonadas que se esparcen anárquicas y requieren levantar la mirada a sus balconadas de madera, muy características y antiguas. Detalles de las fachadas de otras casas, solariegas o palaciegas, recogen escudos, rejas o decoraciones que piden nuestra atención.
Son de singular belleza y número los miradores que componen su propia ruta y desde los cuales tendremos una vista completa del río, valle y municipio, además de un espléndido paseo.
La industria y la ingeniería han donado también sus señas y nos hallamos encuentros pasados y presentes, en molinos, relojes, presa o fábrica de luz.
Enguídanos cuida los gustos de sus visitantes y ofrece un abanico de propuestas: cultura, arte, tradición y naturaleza; un equilibrio de intereses que no deja escapar la atención del viajero.
Horarios y acceso
Acceso A-3 CM-211