IGLESIA Y CONVENTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La Orden Trinitaria surge de los movimientos cristianos en Tierra Santa, momento en que San Juan de Mata funda la Orden en 1198. Ya desde 1633 los monjes trinitarios se habían desplazado a Alcázar de San Juan y se dedicaban a predicar por sus calles, acción que les generó benefactores como dos familiares de la Inquisición: Juan Guerrero Portanova y Bernarda de Úbeda, principales promotores del futuro convento e iglesia trinitarios. La acción se llevaría a cabo pese a la férrea oposición de los monjes franciscanos, que desde la construcción del convento de San Francisco habían captado toda la importancia de la localidad, así como la del Mayordomo de la Orden de San Juan en Alcázar.
En 1647 Juan Guerrero y su mujer firmaron las escrituras para la construcción del convento, en la que se marcaron las cláusulas impuestas por los mecenas, por la que se aseguran su reconocimiento como patronos, que quedará marcado por la aparición de su escudo nobiliario en las paredes del templo y el convento.
Sufrió la acción de la desamortización de Mendizábal en 1834, momento en el cual los treinta Trinitarios Descalzos que habitaban el convento, debieron abandonar el lugar. A partir de esa fecha, las celdas de los monjes fueron habitadas por familias pobres. Gracias a este movimiento, el convento se conservó y no fue destruido, destino que si sufrió el convento franciscano de la misma localidad tras ser abandonado. La iglesia también sufrió la desamortización, y no se restauró en ella el culto hasta 1844. Hasta 1879 la iglesia trinitaria pasó a formar parte de la parroquia de Santa Quiteria, y, tras el regreso de los trinitarios al convento ese mismo año, las familias que convivían en las celdas fueron desalojadas.
Se trata de una iglesia barroca de tres naves, la central de mayor tamaño que las laterales. Tiene dos puertas, la lateral, de menos tamaño, muestra el escudo de la Orden Trinitaria, con la cruz roja y azul inserta en una estructura lobulada, adornada por una corona y relieves de carácter vegetal.
La entrada principal se encuentra inserta en una fachada telón, o portada-retablo, muy empleada en el barroco español, restaurada en 1750, levantada en la característica piedra rojiza tan empleada en Alcázar de San Juan, que se localiza en los lados más nobles como esquinales, zócalos y portadas, estando lo demás construido en mampostería. Los elementos decorativos y la ornamentación cubren casi toda la fachada. Originariamente tenía una torre campanario. Esa construcción, sin embargo, se perdió en 1834 ya que había sido construida sobre un desnivel. Hoy, las campanas se encuentran en una gran espadaña de la zona alta de la fachada, ambas procedentes de la Casa Mutua de Vitoria, traídas a la localidad en 1954.
En la cabecera de la iglesia, sobre la cripta, se encuentra el altar mayor en el que destaca el retablo con un camarín-deambulatorio que guarda la imagen de Jesús Nazareno.
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