La Iglesia de Santa María quizás sea el monumento más importante de Alarcón, sin contar al castillo, que atrae más por su construcción que por su valor artístico. Fue declarada Monumento Nacional en 1981.
Su construcción tuvo lugar entre los años 1520 y 1565 (45 años, todo un récord para la época) y en ella intervienen maestros de primer orden como Esteban Jamete y Pedro de Alviz; a este último se atribuyen las trazas de la iglesia.
En cuanto a Jamete, se ve su mano por toda la iglesia, destacando sobre todo la portada del medio día, cuya construcción comienza en torno a 1550 y que es sin duda una de las mejores portadas de la provincia de Cuenca. Es una portada plateresca preciosa, trabajada bajo un gran arco triunfal, lo que le da una mayor monumentalidad, y a cuyos lados podremos ver dos columnas y entre ellas varias hornacinas vacías.
Al adentrarnos en la iglesia lo que más nos sorprenderá es su grandiosidad: las anchas columnas y las grandes bóvedas góticas nos dan una gran sensación de espacio. Las tres naves son de la misma altura pero, en este caso, las columnas carecen de capiteles, por lo que los nervios de la bóveda arrancan como si fueran palmeras y refuerzan la sensación de gran espacio.
Destacan en su interior, sobre todo, el retablo mayor (1572), de enormes proporciones, considerado uno de los mejores de la región; la pila bautismal situada en la capilla de los Castañeda, al norte, obra del mismo autor que la portada; y el coro, situado a los píes de la iglesia, del siglo XVIII, obra de José Martín de la Aldehuela.